18 de setiembre de 2012

Y bueno,
de eso estoy hecho:
De cenizas, de acero, de agua, de fuego y barro
que se escapa entre los dedos
de quienes penetran mis murallas
y corren
despavoridos.

Porque de eso se trata el ejercicio diario de mi yo,
de anotar puntos en contra de mí mismo
y cargar el peso muerto de mi sinceridad viva.

De eso estoy hecho:
De ausencia, de vacío, de exceso y de grises.

Y yo entiendo
-claramente-
que no hay futuro para tal receta
en el diagnóstico del mundo.

2 de junio de 2012

No queda mucho


El alba me recibió con una sonrisa que se escapó del sueño
pero una lágrima entró por la grieta de mi ventana
y me echó en cara que la soledad es mi compañera
que el vacío es lo único que me llena.

El olor a nada y el sabor a nadie
llenaron mis ojos de sal
y en cataratas de mi pasado
se ahogó el metal de mi presente.

¿El futuro?
No queda mucho…
No quiere mucho…
No mira lejos…

Me vi solo.

Vi que quienes alguna vez me quisieron
ya no están
-ya no quieren estar-
y que sonríen
entre los bastidores de mi llanto.

Porque no siempre tengo que ser el hombre de acero:
No siempre tengo que reír para que otros aplaudan…
No siempre tengo que vivir para que otros no mueran…
No siempre tengo que morir para que otros vivan...

Hoy escribo porque me quiero marchar
y sé que en mi tinta puedo sucumbir
y renacer minutos después.

Solo una sonrisa me hace quedarme…
Solo una voz mantiene mi corazón latiendo…
Solo una mano me recoge sin siquiera saberlo…
Solo una vida me convence de seguir viviendo…

Porque no siempre tengo que ser el superhéroe:
No siempre tengo que estar de pie…
No siempre tengo que brincar de felicidad…
No siempre tengo que encender el mundo…

Hoy siento que la bitácora se debe cerrar
y que tal vez este merezca ser
mi último amanecer.

Hoy siento que mi vida se va…
Hoy lo siento…
Hoy se va…
Hoy me voy…

Y mañana, como todos los días,
el alba me recibirá con otra sonrisa
y una nueva lágrima se colará
por esa grieta de mi ventana
la ventana de mi alma.

13 de marzo de 2012

Insomnedumbre

Los azules cielos lloran al notar
que el trabajo de la noche
ha endurecido las canas del Sol
y corrido las persianas del horizonte.

Las hadas abren sus vientres
al mortífero hedor del insomnio
que recoge sus prendas y las dobla
en el armario de su primaveral impaciencia.

Las duchas del mar se extinguen
en inmensas cataratas de sueño,
en inconmensurables patrias de vacío,
en soporíferas letanías de silencio.

El cuervo se duerme en el pecho
de quien ya no ve porque robó con su pico
los ojos que abrían su historia
al pasado y a la desventura.

Y todo se pierde en la cuna
del huerto en que el alma se siembra
con lazos de carnaval en el día
y claveles de tumba en la noche.

Musas inundan las cuevas
que entre sienes y disparos se deciden.
Monjes expían pecados
que entre deseos y represiones mastican.

Y el mundo despierta a la ruina
del incendio que su cielo ha tejido
con golpes de tamborines silentes
y gritos de multitudes ausentes.

Vida, te regalo vida.
Muerte, te regalo muerte.