13 de marzo de 2012

Insomnedumbre

Los azules cielos lloran al notar
que el trabajo de la noche
ha endurecido las canas del Sol
y corrido las persianas del horizonte.

Las hadas abren sus vientres
al mortífero hedor del insomnio
que recoge sus prendas y las dobla
en el armario de su primaveral impaciencia.

Las duchas del mar se extinguen
en inmensas cataratas de sueño,
en inconmensurables patrias de vacío,
en soporíferas letanías de silencio.

El cuervo se duerme en el pecho
de quien ya no ve porque robó con su pico
los ojos que abrían su historia
al pasado y a la desventura.

Y todo se pierde en la cuna
del huerto en que el alma se siembra
con lazos de carnaval en el día
y claveles de tumba en la noche.

Musas inundan las cuevas
que entre sienes y disparos se deciden.
Monjes expían pecados
que entre deseos y represiones mastican.

Y el mundo despierta a la ruina
del incendio que su cielo ha tejido
con golpes de tamborines silentes
y gritos de multitudes ausentes.

Vida, te regalo vida.
Muerte, te regalo muerte.