11 de octubre de 2007

Sobre tu cabeza el Ave Fénix

Solo, sin que alguien parezca preocuparse
Colgando de una horca listo para soltarme
En silencio, cada quien en lo suyo
Parecía que sólo la muerte era quien quería darme arrullo.

Con sólo una gota de agua alrededor y dentro
Cansado ya de preguntar por quienes se fueron
Sacando fuerzas de un recoveco que aún no encuentro
Sorprendiéndome de mí mismo cada vez más.

Un golpe llega a ser encantador como experiencia
Pero pareció ensañarse conmigo el destino
Habiéndome roto hasta la conciencia
Haciendo de todo mi pasado una colección de desatinos.

Amores, idos, lejos todos, golpes míos o golpes que me dieron
Lo planeado se fue por el desagüe con una sola pasada
De un momento al otro la esperanza fue secuestrada
Por el intenso dolor de mis días que ellos se llevaron.

Y yo, llorando hasta secarme, doliéndome a mí mismo
Refugiándome en la pieza más pequeña de mi alma
Escondiéndome con piernas rotas en mi abismo
Pensando que en la pena y la sangre estaría la calma.

Pero eso se fue, y es extraño
Porque las señales que me trajeron a este infierno no han cambiado
Sigue ahí el dolor provocado por tanto daño
Pero parece que ahora el fuego lo ha moldeado.

Siguen las lágrimas en tensa espera
Sigue la angustia día y noche sin desvío
Pero hoy ya no siento que debo renegar de mi tierra
Y mi pasado, si bien carga sigue siendo, me da bríos.

Cansado, maltratado por todos, defendido por nadie
Entre varios me tomaron de la mano y, con engaños,
Me llevaron a un altar ya premeditado
Ofrendándome a patadas, sin rituales, sin esencias, sin baños.

Me dijeron “amigo” y me robaron
Me llamaron “maestro” y sus manzanas parieron gusanos
Me exaltaron con caricias y mimos dorados
Y luego me acuchillaron con esas mismas manos.

A un lado del camino quedé, irreconocible
Traicionado, lleno de besos mordisqueados
Sangrando me arrastré por un camino indescifrable
Y esperé a ver si alguien me recogía de entre mis escombros.

Quienes alguna vez me dijeron “te amo”
Me miraron de reojo y siguieron de largo
Algunos desconocidos me dieron un sorbo de agua
Y los perros que alguna vez de mi mano comieron en mi sangre defecaron.

Y yo creí que el Apocalipsis había llegado
Que el mundo la espalda me había dado
Pero recordé un símbolo que hace años me había ayudado
A salir de las cenizas, menores que las de ahora, pero igual de ardientes.

Recordé malos momentos en los que me había abandonado
Y cómo de ellos había resucitado
Recogí lo que quedaba de mí con mis propias manos
Lo esparcí al aire, lo soplé y poco a poco recuperé mi alma.

El llanto moldeó las cenizas y las convirtió en alas
El dolor miró detrás suyo y cicatrizó por arte de magia
Volví a mirarme con ojos de rayo con cola de aguja
Y recité cuatro letras que son mi única fuerza.

No “dios”, no “amor”, no “vida”
Recité esas cuatro letras que sólo yo entiendo
Que quienes conocen saben a qué saben
Pero nunca sabrán lo que de lograr son capaces.

Sin amor, sin dios y casi sin vida
Recogí los trozos que de mí habían quedado
Y los trencé con mis noveles alas
Amarrándolos con hilos de soledad rechazada.

Armé así un cuerpo nuevo, pleno de colores
Lo até fuertemente con mi suave pico
Y con cola de fuego, de aguijón y de frío
Retomé las alturas de antes y que hoy ya he superado.

Nada me detendrá, nadie volverá a quebrarme
Hoy ya nadie se atreverá a golpearme
Porque he renacido más fuerte, grande y temible
Quienes quisieron romperme me verán de día en su espejo y de noche en sus sueños.

Sí, el Apocalipsis había llegado
Pero no para mí, sino para quienes me han traicionado
Mi venganza será lenta, suave y desapercibida
Hasta que un día explote y sea obvia como nada en sus vidas.

La muerte que ustedes me desearon
Rondará por las puertas de sus casas cada noche
La energía que usaron para volverme cenizas
Les regresará amplificada y llorarán sangre de rodillas.

Hoy estoy de regreso, con látigos hechos de sus lenguas
La saliva que gastaron inventando mentiras
Se volverá el azufre del infierno que los espera
El rechinar de dientes es su eterna y sola meta.

Ni un dedo he de mover, no es necesario
Porque tanta es mi fuerza nueva
Que bastará recordar sus nombres
Para que, cual vudú, los apague el horror.

Sus espadas serán agujas al lado de tal dolor
Sus risas compartidas serán sangre atragantada
Sus labios sonrientes sellados por siete llaves quedarán
Y sus festejos serán lavados por lágrimas inmensas.

Nadie se salvará, el Ave Fénix ya está volando
Y con sus alas tapará el sol de cada quien
Y con su cola de fuego incendiará sus bosques
Quienes bailaron por mi muerte perderán la vista con mi resurrección.

¿Me dejaste en la orilla? Recuérdalo
¿Me atropellaste otra vez para cerciorarte que había muerto? Olvídalo
¿Me pateaste cuando te miré a los ojos pidiendo clemencia? Refúgiate
Que la ira del Ave es de fuego y de paz, sin esfuerzos.

El Ave Fénix vuela hoy y seguirá volando, esta vez mucho más alto
Te estará mirando, tal vez tarde años en atacarte, pero lo hará
Y por más que grites, nadie te salvará.
Y nada será necesario hacer, porque yo, el Ave, soy tu destino.

Te miro desde aquí y no sufro ni por ti ni por mí, porque estoy bien...

23 OCT 2005

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